Para Inglaterra, la Lucha armada entre dos o más naciones o
entre bandos de una misma nación empezó
en septiembre del año 1939. Los habitantes de la porción de tierra rodeada de agua por todas partes se enteraron enseguida y empezaron a prepararse. En
lugares más apartados, la gente tardó un poco más en oír la noticia y también
empezó a prepararse.
En
África oriental, en la colonia de Kenia, vivía un joven, que cazaba por oficio o por diversión, blanco y que adoraba las sabanas, los
valles y las noches frescas en las laderas del Kilimanjaro. También él se
enteró de la guerra y empezó a prepararse. Atravesó el país para llegar a Nairobi.
Le dieron un pequeño Tiger Moth y se convirtió en un buen piloto. A las cinco semanas casi fue llevado ante
un consejo de guerra porque en vez de despegar y practicar picados y virajes,
como se le había ordenado, llevó su pequeña aeronave
más pesada que el aire, provista de alas, cuya sustentación y avance son
consecuencia de la acción de uno o varios motores hacia las praderas de Nakuru para ver los
animales salvajes. En el camino le pareció ver a un cada uno de los mamíferos rumiantes de cornamenta persistente
en la que el núcleo óseo es independiente de su envoltura, que forman un grupo
intermedio entre las cabras y los ciervos
sable y, como se trata de un animal poco común se emocionó y voló más
bajo para verlo mejor. Por mirar al antílope a su izquierda no pudo ver la mamífero rumiante, indígena de África, de
cinco metros de altura, cuello largo y esbelto, las extremidades abdominales
bastante más cortas que las torácicas, con lo que resulta el cuerpo más bajo
por detrás; cabeza pequeña con dos cuernos poco desarrollados, y pelaje de
color amarillento con manchas leonadas a
su derecha. Así de baja era la altura a la que estaba volando. El ala sufrió
daños, pero el piloto consiguió volver hasta Nairobi. Y, como ya he dicho, casi
le llevan ante un consejo de guerra, porque se puede explicar una abolladura en
el ala por haber chocado contra un ave grande, pero no si hay pellejos y pelos
de jirafa pegados en el ala.
Después
de seis semanas, le permitieron realizar solo el primer vuelo de larga
distancia desde Nairobi hasta un lugar llamado Eldoret, una población de menor categoría
a dos mil cuatrocientos metros de altura en la montaña. Pero de nuevo tuvo mala
suerte. Esta vez fue por un fallo del motor durante la dirección que
ha de seguirse para llegar a algún lugar, ocasionado por el agua
que había entrado en los depósitos de combustible. Conservó la cabeza fría e
hizo un aterrizaje forzoso muy bonito sin dañar el avión, cerca de una pequeña
casa en la meseta de mucha extensión, situada a gran altitud,
lejos de cualquier población. El altiplano es una tierra muy solitaria.